Cahuín Porteño. Bar Proa [2009.10.02]

No cabía nadie más en el subterráneo del Proa (¿Proa 80?) y ya eran la 01.00 am cuando recién se ve a lo lejos el paso lento de Manuel García por Av. Errázuriz. Viene liderando un grupo que completan Camila Moreno, un par de músicos, Kat Frankie y un herido de guerra. Son cerca de las 02.00 y el aire se hace irrespirable dentro del local. La convocatoria sobrepasó lo esperado. Se pasea un tipo feliz de la cobertura. El guardia ya se olvidó de cobrar. ¿Cuántas personas caben? Ciento veinte o más en un espacio que roza la ilegalidad.

Unas cuecas porteñas dan comienzo a la noche, Faro Puntángeles se luce con un baterista inimputable por ley. Una que otra pareja se para a bailar y parece que vuelve el dieciocho al barrio puerto. Por un rato al menos.


Es el turno de Kaskivano, con su voz de guagua enferma y la guitarra de palo nos quiere disuadir de la idea que es clara: está cansado, está a medio motor, está sudando más y se le nota. Así y todo, cumple. Gritos de antología, rasgueos infernales, cauces abiertos de rebelión... pero nos queda debiendo algo. Se quiere bajar rápido. Se siente mal este hombre. Desaparece.

Le sigue Poroto de Chile (el cartelito de la entrada decía Rock Étnico y hasta que empieza a cantar, me imaginé un tipo tocando djembe y trompe amplificado), que, aunque hace alardes de la fuerza de su voz (inaudita, esos gritos son puro rock), no logra convencer a todos los presentes. Poroto viene de Puerto Montt. Poroto cultiva un rock que toma a ratos estructura de ritual mapuche. Me recuerda a esos Triburbana de unos carnavales culturales, tocando con trutruca y distorsiones de guitarra al mismo tiempo; claro que eso fue hace cinco años o más.


Viene Camila Moreno. Y no solo ella, sino que con banda. Da el nombre del grupo, o de todos: Camila+banda. Pezuñas con Callos (
?). Y la noche revienta en pedazos, coreando todos canciones de protesta moderna que vienen de una chiquilla con más millones en la cuenta que la canción que ella misma ora. ¡Pero qué importa! Si suena mejor que nunca. ¡Y el paco muere impune! ¡Las botas del señor!

El Proa se pone de pie y casi se incendia cuando aparece Manuel García a escena. Sin él, nada de esto habría pasado, o algo así dice Camila. Así es como lo entiendo. Manuel es el tío regalón de los jóvenes. Y se le nota. Lo hacen quedarse hasta las 4 de la mañana para tocar unas pocas canciones. Es tarde, muy tarde ya. Y mañana hay que trabajar, dicen algunos. El público queda dichoso
luego de un viaje completo de menos a más. Falta Fabiola Machado, pero compadre, no puedo más. Que me disculpe Fabiola. Fue una buena noche en El Proa.
Foto: Gabriela Toro

2 comentarios:

  1. Que bonita crónica!
    Puta que me lo perdí Se. N, pa la otra avise pa vernos por por la costa.

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  2. aaahh... algún otro más...

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