En la escalera del Ascensor Reina Victoria se juntan todos. Eso era hasta hace unos meses, cuando hasta los perros carreteaban en la escalera. Ahora estamos rodeados, estamos todos en la trampa. Pero el funk sigue sonando los fines de semana en el Bar El Abasto. Y suena fuerte, sobre todo con Pichanga. Son las 00.30 y no ha llegado el resto de la banda. La voz se pasea nerviosa. Se abren las puertas y entran los vientos que vienen de desarmar algún otro boliche.
La fiesta comienza sin ningún tipo de anestesia. Recuerda a ratos a esas presentaciones que gracias al boca en boca hicieron célebre a Fulano en los 80... pero Pichanga se mueve entre el humo que dejaron George Clinton, de Maceo Parker y Bootsy Collins, entre otros.
En algunas mesas miraron raro cuando los fanáticos del funk comenzaron a tomar posiciones, pero al ratito ya estaban todos balanceando cabezas y mordiéndose los labios.
¡Si hasta cumpleaños con tortita tenían estos Pichanga! Los muchachos gustan de lo que hacen y se les nota.
Cada vez tengo menos palabras. No sé.
* ¡estamos esperando las fotos!
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